Sala de instrucción

El entrenamiento de combate comenzaba con sencillos ejercicios con armas, utilizando espadas y lanzas de madera contra grandes postes clavados en el suelo. A los reclutas se les disponía en pareja, como en las escuelas de gladiadores, y se les enseñaba a luchar cuerpo a cuerpo con armas pesadas. El legionario adoptaba la postura de un boxeador moderno y aprendía a dar estocadas y lanzar puñetazos a la vez que se protegía con el escudo.

Una vez demostrada su habilidad con las armas de entrenamiento, se les daba un equipamiento completo y recibían instrucción en formaciones tácticas. La función de las salas de instrucción era la de permitir que continuara la instrucción durante los meses de invierno, si bien aquellos con menos suerte, o con un castigo, debían entrenar al aire libre independientemente de la meteorología.