Terreno consagrado

En tierras romandas, el terreno sagrado estaba dedicado a fines religiosos y en ellos tenían lugar oraciones, rezos y, a menudo, sacrificios. De hecho, el término latino templum no se refiere realmente al edificio, sino a un espacio sagrado al aire libre, en el que podía construirse un edificio religioso.

Mantener buenas relaciones con los dioses era una parte esencial del día a día de un pueblo que tenía diferentes deidades para cada circunstancia de la vida. En todo hogar, y en cada comunidad, había santuarios y terrenos sagrados, como bosques o manantiales, y los templos abundaban por doquier. Hasta un tercio del año oficial romano se dedicaba a celebrar festividades religiosas, de modo que los santuarios eran espacios con gran uso. Se consideraban tan importantes que profanar un lugar religioso era un sacrilegio que se castigaba con la muerte.