Muelle

Aunque las sociedades tribales no eran demasiado diestras para navegar en zonas profundas, no dejaban escapar las oportunidades que se presentaban para comerciar y saquear barcos: el comercio costero era una realidad. Cuando las potencias del Mediterráneo empezaron a navegar por el Atlántico, el comercio de zonas como Cornualles y Britania demostró ser rentable. Especialmente en lo referente al estaño, un recurso muy buscado, pues era necesario para fabricar el bronce. Como los grandes comerciantes que fueron, los cartagineses establecieron el comercio marítimo, pero esto puso de relieve, a ojos de los lugareños, dónde podía amasarse riqueza. Los vénetos de la Galia, por ejemplo, se hicieron famosos por su habilidad en la construcción de barcos. Sus bajeles eran increíblemente resistentes, pues en ellos se usaban roble y hierro, como descubrieron los romanos cuando la flota de César se encontró con los robustos barcos vénetos, en el 56 a. C.