Puestos de combate

"No mancharé con deshonra las armas sagradas que llevo. No abandonaré jamás al camarada, dondequiera que me encuentre incorporado...". Así comienza el juramento de los efebos, realizado por todos los jóvenes varones atenienses al iniciar la instrucción que los convertiría en ciudadanos. El honor en la batalla era importante para las culturas helenísticas, pues los suyos eran dioses observadores; no se trataba tanto de si se ganaba o no, sino de cómo se luchaba lo que hacía que los dioses se fijaran en uno. La soberbia o arrogancia excesiva era un crimen en muchos estados, así que presumir de buen comportamiento tenía un límite.

La infantería constituía el núcleo de cualquier ejército de corte griego, y la buena forma física era parte esencial de la formación militar. Tras haber jurado lealtad, los soldados tenían que estar preparados para luchar donde fuera. Era un honor servir en el ejército y también motivo de gran orgullo defender la cultura griega: "No entregaré a las generaciones venideras una patria más pequeña, sino, por el contrario, ¡mayor y más poderosa!".