Cothon

La supremacía económica y militar no solo se conseguía con las victorias militares en tierra; también había que dominar los mares. Si quería prosperar y crecer, un imperio tenía que ser capaz de crear naves mercantes, navíos de guerra y mantener contacto con sus colonias y sus socios comerciales. Los barcos de guerra, desde los birremes de patrulla, hasta los descomunales quinquerremes, fueron vitales tanto para el mantenimiento de las redes comerciales, como para mover y reabastecer a los ejércitos expedicionarios en el extranjero.

En Cartago, siguiendo la tradición fenicia, los diques de la flota fueron mejorados con la construcción de un gran cothon. El cothon, un puerto protegido, se construyó para albergar y equipar a doscientos veinte barcos de guerra. Se asemejaba a una gran rueda, con las gradas orientadas hacia dentro, hacia una isla central en la que se levantaban las sedes administrativas y de comandantes de la flota y que se caracterizaban por su diseño elegante y funcional.