La segunda guerra púnica es, sin lugar a dudas, el conflicto más destructivo y devastador de la época antigua. Supuso el fin de la lucha por el poder en el Mediterráneo —el establecimiento de la hegemonía romana sobre la totalidad de la península itálica y su intrusión en Iberia.
Fue una victoria sufrida para Roma. La campaña de Aníbal Barca en Italia, tras su atrevido cruce de los Alpes, casi supuso la ruina de Roma. Las catastróficas derrotas en Trebia, el lago Trasimeno y Cannas destruyó la fe que los aliados de Roma tenían en ella y casi hace implosionar la República.
La brillantez de Aníbal como estratega es innegable, nadie estuvo tan cerca de derrocar el poder romano, pero su fracaso fue subestimar la capacidad de aguante de Roma. Tras resistir el asalto más potente de Aníbal, Roma contraatacó bajo las órdenes de Escipión hasta que por fin, en el campo de batalla, consiguió destruir el sueño de Cartago.
Muchos relatos de la segunda guerra púnica provienen de Polibio y Livio, los cuales ni siquiera habían nacido en la época de estas guerras y lo escribieron solo desde las perspectiva romana. Polibio en especial, es conocido por ser abiertamente crítico con Cartago (se dice que estaba presente en la destrucción final de la antigua capital) y sobre todo con los Bárcidas, así que su testimonio es totalmente parcial con Roma y casi se podría considerar como propaganda.
Aunque las maniobras por el poder de Julio César y la formación del Imperio romano en el periodo de Octaviano estaban aún muy lejos, la victoria de Roma sobre Cartago y sus confederados sembró las bases de lo que sería una gran superpotencia: Roma.
Dios no ha dado al hombre mayor razón para vencer que el desprecio por la muerte. – Aníbal Barca
Aníbal Barca es considerado por muchos como el mayor de los comandantes militares de la historia. Era hijo de Amílcar Barca, un líder cartaginés que había luchado en la primera guerra púnica y que no había sido derrotado cuando Cartago pidió la paz. Más tarde, Amílcar conquistó Iberia para recobrar las riquezas perdidas de Cartago, explotando los depósitos de plata que allí se encontraban para pagar por las indemnizaciones de guerra a Roma y devolver la supremacía a su nación una vez más. Hizo a su hijo jurar que "nunca sería un aliado de los romanos". Tras ocho exitosos años en la región, Amílcar murió durante la batalla contra las tribus íberas en el 228 a. C.
A pesar de ser muy joven, 26 años, Aníbal tomó el poder en Iberia tras el asesinato de su cuñado, Asdrúbal el Bello, quien era conocido por preferir la diplomacia antes del conflicto. Fue aquí donde saqueó al protectorado romano de Sagunto y comenzó la segunda guerra púnica. El viaje de su ejército a través de los Alpes se convirtió en leyenda, una hazaña de valor y resistencia que tomó a Roma por sorpresa.
Las tácticas de Aníbal durante la guerra, con las que obtuvo importantes victorias en Trebia, el lago Trasimeno y Cannas, arrasaron el estado romano y casi hizo que se derrumbara la República. Sin duda alguna, fue gracias a Aníbal que Cartago salió victorioso en las guerras libradas durante tantos años. Finalmente, y debido a una serie de contratiempos, traiciones y una falta apoyo en su tierra por la larga guerra, la conquista de la península itálica quedó estancada, lo que propició su derrota en la culminante batalla de Zama, en el 202 a. C.
Tras la guerra, Aníbal se convirtió en un próspero gobernador de Cartago. Sin embargo, sus oponentes políticos pronto le obligaron a exiliarse, convirtiéndose entonces en consejero militar para el imperio seléucida y muchos otros estados helénicos del este. Lamentablemente, el avance de los romanos al expandirse hacia el este hizo que finalmente Aníbal fuese traicionado y él mismo se envenenó para que no lo capturasen en el 182 a. C.
Hagamos la guerra, pues evidentemente, habéis visto la paz como algo intolerable. – Escipión el Africano.
El hombre que se hizo conocido como Escipión el Africano era el hijo de Publio Cornelio Escipión y fue el cónsul de la República romana durante la segunda guerra púnica. Aunque Escipión, el padre, finalmente murió en combate en el año 211 a. C. en Iberia, a manos del hermano de Aníbal Barca, Asdrúbal, se dice que con dieciocho años Escipión le había salvado la vida a su padre en la batalla del Tesino atacando al enemigo con lo que Polibio describió como un "atrevimiento temerario". Sobrevivió a esa batalla, además de a las masacres de Trebia y Cannas. Aunque su objetivo final era obtener la victoria definitiva para Roma, Escipión tuvo que superar muchas pérdidas personales que le hicieron desear vengarse de Cartago y en concreto del clan de los Bárcidas.
A pesar de no tener experiencia, Escipión se ganó el favor de roma por su entusiasmo y pasión. Tras su elección como procónsul, se puso a luchar en Iberia, siguiendo los pasos de su padre, capturando rápidamente Cartago Nova, lo que supuso un duro golpe para los Bárcidas. Desde allí, se adentró más en Iberia y destruyó el poder cartaginés a través de toda la península tras la victoria de Roma en la batalla de Ilipa.
Tras destruir la base de poder de Aníbal, Escipión prosiguió con la guerra en África y en suelo cartaginés. Destruyó su red de alianzas, de manera crucial con las tribus númidas que habían jugado un papel importante en las primeras victorias de Aníbal en Italia, antes de enfrentarse a Aníbal personalmente en el último campo de batalla de la guerra, en Zama. Aunque la batalla estuvo igualada, resultó ser decisiva; Escipión contrarrestó las tácticas de Aníbal y provocó una huida en masa de las levas locales sin entrenar. Poco después, el senado cartaginés llegó a un acuerdo una vez más con Roma, y otorgó a Escipión la victoria total que tanto había ansiado. Aunque se le dio la bienvenida a Roma de manera triunfante, rechazó todos los honores que le ofrecieron excepto el nombre de "Africanus", que simbolizaba la victoria en la región.
Más tarde, Escipión el Africano supervisó la victoria de Roma contra los seléucidas en la batalla de Magnesia, que concluyó con la guerra siria, antes de volver a la política. Después de un tiempo en el que fue Censor, Escipión murió aproximadamente en el año 193 a. C., después de un tranquilo retiro durante el que intentó, curiosamente, proteger a su viejo rival, Aníbal, de la venganza de Roma.
Ser desviado del rumbo personal por las opiniones de los hombres, por la culpa o por la tergiversación muestra que ese hombre no es apto para ocupar el cargo. – Quinto Fabio Máximo
Quinto Fabio Máximo (280 - 203 a. C) fue un hombre de estado y general que ejerció el cargo de cónsul y prodictador varias veces durante la segunda guerra púnica. Fue conocido principalmente por cambiar radicalmente la estrategia bélica romana tradicional frente a las aplastantes victorias de Aníbal contra los ejércitos consulares en el campo de batalla. El conocimiento de Fabio sobre el conflicto lo convirtió en el hombre perfecto para esta tarea. Según Livio, él estuvo presente durante las fallidas negociaciones que oficializaron la segunda guerra púnica. Tras horas de infructuosas conversaciones, Fabio asío uno de los dobleces de su toga y dijo: "Os traemos la paz y la guerra. Elegid la que más os guste". Ante la respuesta cartaginesa de que no les importaba, soltó el doblez y declaró: "Os daremos la guerra".
Tras la destrucción del ejército romano en Trasimene (donde fue asesinado su sucesor), la segunda derrota seguida, el Senado, aterrorizado, eligió a Fabio. Este inició inmediatamente una nueva estrategia para evitar un combate abierto contra Aníbal, y en su lugar lo debilitó a través del desgaste y de las pequeñas pero molestas escaramuzas. Aunque muchos romanos pensaban que Fabio tenía miedo, su nuevo enfoque hizo caer a Aníbal en la trampa en más de una ocasión y solo fue gracias a la astucia y la artimaña cartaginesas que su ejército se salvó de la destrucción.
A pesar de su éxito, su impopularidad en Roma hizo que esta política finalmente se abandonara a cambio de la fuerza de bruta, un movimiento que finalmente condujo a la mayor derrota en la historia romana, en Cannas, en el año 216 a. C. Cuando se recuperaron de la derrota e intentaron evitar que Aníbal volviera a atacar, esta vez de forma decisiva, los romanos volvieron a adoptar la estrategia de Fabio. Esto continuó vigente hasta el final de la guerra y Aníbal nunca consiguió alzarse con otra victoria contra ellos.
Fabio, que se había opuesto justificadamente al deseo de Escipión de tener un combate abierto en África, cayó gravemente enfermo y murió en el año 203 a. C. Si bien vio cómo su estrategia consiguió expulsar con éxito a Aníbal de Italia, este no vivió para ver la victoria final de su nación en Zama un año después.