Cuando Roma actuaba a ciegas o de manera impulsiva acababa derrotada. Sin embargo, cuando medía sus acciones en función de la información obtenida cosechaba sus mayores triunfos. Buen ejemplo de ello es la captura romana durante la segunda guerra púnica de mensajeros cartagineses en dirección al sur, para informar a Aníbal. Ello permitió saber a Roma que el hermano de este, Asdrúbal, había llegado desde Iberia con el fin de reforzar las fuerzas cartaginesas de la península itálica. En consecuencia, Roma pudo movilizar con rapidez dos ejércitos que envió a interceptar las tropas de apoyo de Asdrúbal. Si bien los cartagineses hubieron logrado evitar la destrucción total en la primera confrontación contra los romanos, los restos del ejército de Asdrúbal pronto acabaron acorralados por las legiones de Roma en su persecución y, esta vez, fueron definitivamente derrotados en la batalla del Metauro, en el 207 a. C. El resultado cercenó el esfuerzo bélico de Aníbal y mermó considerablemente su moral. El mismo Asdrúbal murió en el campo de batalla y los romanos enviaron su cabeza cortada a Aníbal, quien recibió un mensaje muy diferente del que había esperado.
