Cartago dependía en gran medida de los mercenarios para potenciar sus ejércitos de ciudadanos, una estrategia que funcionaba bien en campañas cortas y cercanas a casa. En cambio, cuando las campañas duraban más de lo esperado y el dinero no llegaba, los mercenarios comenzaban a perder su fidelidad. En el 240 a. C., un grupo de mercenarios que habían luchado del lado de Cartago durante la primera guerra púnica sitiaron Túnez porque no se les había pagado. Para evitar que se repitiera esta situación, los cartagineses empezaron a acuñar moneda durante las campañas. Las hacían de plata, oro y electro y se las marcaba con un mensaje para indicar que estaban acuñadas en el campamento.
