Las cenizas de Julia descansaron en el Campus Martius o 'Campo de Marte'. Aunque Pompeyo quiso que las cenizas reposaran en su residencia de las colinas de Alba para permanecer cerca de su amada, el pueblo de Roma presionó para que se la enterrara en un espacio público. Esto requería el permiso especial del Senado y, al menos en un principio, tanto Pompeyo como los enemigos políticos de César se opusieron. Tras morir asesinado en el 44 a. C., César fue incinerado en el Senado y sus cenizas se depositaron al lado de la tumba de su hija.
