Para muchas culturas del mundo antiguo, embriagarse o drogarse era una excelente manera de comunicarse con los espíritus o de entender a los dioses. Tales sustancias no eran siempre inocuas, y alguien que ingiriera el brebaje de los espíritus podía no volver a despertar en el mundo de los vivos. Los escitas, por su parte, usaban para ello una tienda a modo de sauna, dentro de la cual quemaban una serie de hierbas cuyo humo inhalaban. El cáñamo ha sido usado por el ser humano durante miles de años y de muchas maneras, tanto por sus efectos sobre la mente como fuente de materia prima. La fibra de cáñamo es de lo más resistente y de ella puede crearse hilo, ropa o cuerdas de buena calidad. Los agentes químicos que libera la planta al quemarse producen una serie de efectos en el cerebro humano que pueden interpretarse de una manera religiosa o espiritual pero, en exceso, puede resultar contraproducente, especialmente en una sociedad guerrera tan dura como la de los nómadas escitas.
