Corinto (La Ira de Esparta)

Aunque hubo asentamientos en la ubicación de Corinto durante muchos miles de años, antes de que el clan de los Baquíadas tomara el control de la ciudad, en el siglo VIII a. C., esta fue en gran medida un mero peón en los asuntos griegos. Tras el derrocamiento del último rey, Telestes, se instauró una peculiar forma de oligarquía: un gobierno conjunto bajo la dirección de un líder que era elegido anualmente.

Corinto, unificada bajo este nuevo sistema, se enriqueció con el comercio gracias a su posición geográfica y empleó su riqueza para llevar a cabo proyectos arquitectónicos públicos a gran escala y establecer colonias en lugares tan distantes como Siracusa, en Sicilia. Tras un período de tiranía, bajo Cípselo y su hijo Periandro, los corintios se rebelaron y reinstauraron en la ciudad una forma oligárquica de gobierno.

Durante esa época Corinto se alió con Esparta y luchó contra las invasiones persas como miembro de la Liga Helénica. Corinto, que inventó el trirreme, suministró unas cuarenta embarcaciones de este tipo, lo que resultó crucial para la victoria de Atenas en Salamina que supuso el fin de las guerras médicas. Sin embargo, el reciente apoyo de Atenas a la colonia rebelde de Córcira en una disputa colonial —además de su antigua rivalidad comercial— causó hostilidades entre Corinto y su rica y prestigiosa vecina.

Es muy probable que se produzca un conflicto de gran magnitud en el que Corinto y sus aliados de la Liga del Peloponeso deban contrarrestar la supremacía naval del enemigo para salir victoriosos. Por lo tanto, la ciudad debe construir una flota poderosa si decide hacer frente a la gran destreza naval de Atenas. Además, Corinto tiene una población considerable de entre la que puede reclutar a sus soldados ciudadanos, por lo que, en el conflicto que se avecina, sus ejércitos podrían convertirse en un enemigo muy peligroso por tierra para la supuesta supremacía espartana en el campo de batalla...