Esparta (La Ira de Esparta)

El reino de Esparta ha estado en el centro de la vida política griega desde el siglo X a. C. Los espartanos son una cultura totalmente militarizada y una fuerza muy a tener en cuenta. Como tal, han sido una potencia militar sin rival en la región durante casi doscientos años.

Sin embargo, recientes sucesos —las devastadoras guerras médicas— han propiciado la aparición de un nuevo contendiente por el título de "hegemon". A pesar del reconocimiento global de Esparta como comandante de las fuerzas griegas durante el conflicto, y de su noble y crucial sacrificio en las Termópilas, el importante papel desempeñado por Atenas en las victorias de las batallas de Maratón, Platea y en la batalla naval de Salamina ha hecho aumentar en gran medida su prestigio en toda Grecia. Aprovechando este hecho, la recientemente formada Liga de Delos —dominada por Atenas— controla la región entera y está a punto de declarar la guerra a Persia.

Esparta, que aún no se ha recuperado de sus derrotas de las campañas persas, no se encuentra en disposición de repeler un tercer ataque persa. Su única opción para derrotar a Atenas y a sus débiles aliados podría pasar por obtener la ayuda de ciertos estados, como la estratégicamente importante ciudad de Corinto. Para ello, Esparta y su Liga del Peloponeso deben lograr una victoria naval decisiva contra Atenas y romper la lealtad de los estados de la Liga de Delos, Eso podría resultar bastante complicado: sus fuerzas terrestres serán superiores, pero su armada no es rival para las invencibles flotas de Atenas y, además, los espartanos —guerreros por antonomasia— no conciben el espionaje o las intrigas como parte de la guerra.