Arévacos (Aníbal a las puertas)

Los arévacos son un pueblo beligerante. Se han expandido desde sus orígenes celtas —en el norte central de Iberia— hacia el este y el sudoeste mediante migraciones y conquistas y desplazando a otras tribus en el proceso. Su capital es Numancia, al este de la gran meseta Central, el centro geográfico de Iberia. Dada la topografía de la región, practican la trashumancia o migración del ganado hacia las verdes tierras bajas del valle del Ebro, lo que constituye la principal fuente de alimento de los arévacos. Es una sociedad eminentemente militar y siguen el rito de la "excarnación", una práctica consistente en abandonar los cuerpos de los guerreros muertos en sus literas funerarias para que la carne y los órganos sean devorados por los buitres.

A mediados de siglo III a. C., el expansionismo de Roma y Cartago las ha llevado hasta los arévacos, aunque por ahora es el gran ejército de mercenarios de Aníbal el que comparte frontera con ellos. Ante ellos se perfilan difíciles decisiones que tomar: ambas superpotencias llevan demasiado tiempo importunando en Iberia, pero no es posible enfrentarse a Roma y Cartago a la vez, a pesar de que los arévacos conozcan mejor el terreno, sean enormemente diestros en combate y se hayan aliado con otros pueblos tribales. De momento mantienen su neutralidad, pero esta no durará. Alguien debe asumir el control de la península ibérica; ¿serán los arévacos?