Los arévacos son un pueblo beligerante. Se han expandido desde sus orígenes celtas —en el norte central de Iberia— hacia el este y el sudoeste mediante migraciones y conquistas y desplazando a otras tribus en el proceso. Su capital es Numancia, al este de la gran meseta Central, el centro geográfico de Iberia. Dada la topografía de la región, practican la trashumancia o migración del ganado hacia las verdes tierras bajas del valle del Ebro, lo que constituye la principal fuente de alimento de los arévacos. Es una sociedad eminentemente militar y siguen el rito de la "excarnación", una práctica consistente en abandonar los cuerpos de los guerreros muertos en sus literas funerarias para que la carne y los órganos sean devorados por los buitres.
Sin embargo, hay superpotencias extranjeras llegando a las fronteras arévacas. Mientras, en los bordes de la península, crece la inquietud de los "civilizados" hombres de África y de Italia. La tensión hierve en Iberia; varias facciones rivalizan por el control de la región. Aunque conocen cada palmo del terreno, aunque son excelentes guerreros y aunque poseen sólidas alianzas con otros pueblos tribales, ¿podrán los arévacos poner freno para siempre a las ambiciones imperialistas de Cartago y de Roma?