Armenia

El glorioso pasado de Armenia bien podría llevarla hacia un brillante futuro. Surgido en las tierras altas, el imperio Urartu de la Edad de Hierro se extendió por gran parte del norte levantino hasta rivalizar con los asirios en tamaño y poder. Aunque al final acabó fragmentándose y cayendo frente a Medes, sus sátrapas —la dinastía de los oróntidas— han sabido mantenerse seguros en el poder pese a siglos de cambios, consiguiendo por tanto la suficiente autoridad como para influir en la corte de sus señores.

Después de que Persia fuera derrotada por Alejandro Magno, Armenia le prometió lealtad a él y a sus sucesores. Sin embargo, cuando la expansión seléucida en oriente debilitó su control en occidente, Armenia vio la oportunidad perfecta para declarar su independencia una vez más.

Ahora, con los seléucidas desintegrándose lentamente y con todo un elenco de nuevos estados independientes ansiando erigirse en imperios, Armenia se alza en un mundo lleno de peligros y oportunidades a partes iguales con una serie de ventajas que le serán de utilidad: su proximidad a las costas de los mares Negro y Caspio le dan una posición inmejorable para volcarse en el comercio internacional. Además, los ejércitos armenios combinan lo mejor de las influencias griega e iraní, lo que los hace letales. Por último, su frontera natural del norte, la cordillera del Cáucaso, protegería su retaguardia en el caso de que el rey Orontes III decidiera iniciar una campaña en el Levante. En estos tiempos tan cambiantes como llenos de oportunidades, ¿qué puede impedir que el líder armenio supere a sus ilustres predecesores?