Cartago

Las costas del norte de África, la península ibérica, las islas Baleares y Sicilia occidental cuentan con muchas colonias cartaginesas que comparten la misma ética comercial y están interconectadas por las flotas mercantes de Cartago. Una poderosísima flota vela por su seguridad en toda la cuenca Mediterránea occidental.

La ciudad de Cartago en sí es una oligarquía, una república dirigida por un consejo de ancianos hombres de estado y dos jueces. Esta es, de hecho, una estructura muy similar a la del Senado y los cónsules de la República romana, con la excepción de que los jueces cartagineses no son militares. Tanto generales como almirantes siguen las órdenes del consejo. Los ciudadanos representan una pequeña parte de la población total, por lo que Cartago, en lugar de reclutar soldados de entre sus ciudadanos, utiliza tropas de mercenarios bajo el generalato de Cartago.

Este sistema ha sido beneficioso para la ciudad y ha permitido a los cartagineses desarrollar sus dotes emprendedoras y profesionalizarse en el comercio. Sus numerosos contactos comerciales también han demostrado su utilidad a la hora de recabar información sobre nuevos mercados y potenciales enemigos.

En lo que respecta a su sistema de creencias, los cartagineses son un pueblo muy devoto e, incluso, fánatico. Sus dioses, Baal Hammon y Tanit, son para ellos el origen de todas las buenas cosas. Aunque los testimonios de sacrificios de niños no son sino exageraciones llevadas a cabo por intereses propios del enemigo, los cartagineses viven su religiosidad con mucha seriedad y realizan verdaderos sacrificios en honor a sus dioses. ¿Qué valor tendría, si no, sacrificar algo cuya pérdida no es lamentada?

Tras décadas de conflictos con ciudades-estado griegas, como Siracusa, los cartagineses están bien instruidos en el arte de la guerra que, si bien no siempre les ha brindado los resultados esperados, ahora podría ayudarles a recuperar parte de su antiguo esplendor. Tal vez haya llegado el momento de convertir el Mediterráneo en un mar cartaginés...