Cimeria (Colonias del Mar Negro)

El Bósforo Cimerio ha sido disputado durante milenios por sus recursos y su importancia estratégica. Los griegos aventureros de Mileto, en Anatolia, se expandieron hacia el mar Negro durante los siglos VI y VII a. C., formando varias colonias alrededor del Estrecho de Kerch y Palus Maeotis. Al igual que otros puestos de avanzada en la costa del mar Negro, su intención era la de explotar los recursos naturales de la región, comerciando con ellas en el resto del mundo griego y así generar grandes riquezas para su ciudad natal.

Como en la mayoría de las empresas coloniales de la época, hubo resistencia ante el control cimerio por parte de los lugareños escitas y las tribus sármatas, lo que condujo a cierto nivel de mezcla de razas y ósmosis cultural entre los dos a medida que pasaron los siglos. A comienzos del siglo V a. C. las colonias cimerias habían pasado de una democracia griega clásica a estar controladas por una sola familia gobernante, los arqueanáctidas. Sin embargo, su gobierno duró relativamente poco, pues un tracio llamado Espártoco se hizo con el control en el año 438 a. C. y gobernó como un tirano hasta el año 431 a. C. Tras su muerte, le sucedió su hijo, Sátiro, cuya conquista de las ciudades cercanas y la conservación de sus fuertes lazos con Atenas sirvieron para proclamar el nacimiento del reino cimerio y una dinastía de gobernantes que perduran hasta la actualidad.

A pesar de su fuerza dinástica y diplomática, Cimeria continúa bajo la amenaza de las tribus nómadas que la rodean y bajo la avariciosa mirada de Ponto, cuya fuerza militar podría significar su perdición.