En sus campañas por la península itálica, Aníbal se sirvió de una diplomacia sin escrúpulos con la intención de romper las alianzas entre Roma y los socii y derrumbar la República. Sin embargo, su plan no solo no dio los resultados esperados, sino que acabó perjudicando a los cartagineses cuando el conflicto empezó a volverse en su contra. La tribu númida de los masilios había participado activamente en algunas de las principales victorias cartaginesas de la guerra. De hecho, fue su soberbia caballería de escaramuzadores la que posibilitó que Aníbal emergiera victorioso de aquellas. No obstante, cuando su fortuna empezó a cambiar —y tras la muerte del líder tribal, simpatizante de Cartago—, los masilios le abandonaron por los romanos. Las maniobras diplomáticas de Escipión hacia el nuevo líder tribal acabaron allanando el camino para esta nueva alianza.
