A medida que mermaban las posibilidades de Aníbal de ganar la segunda guerra púnica y el conflicto se decantaba a favor de Roma, empezó a quedar a la vista la red de alianzas y vasallazgos que Cartago había creado y robado a Roma. Los romanos tuvieron que renegociar muchos tratados y forjar otros nuevos. Macedonia, a quien Cartago había pedido ayuda durante la guerra, firmó la paz de Fénice con Roma en el 205 a. C., cuando resultó evidente que el conflicto había llegado a un callejón sin salida. Esto impidió a Aníbal obtener los refuerzos griegos que necesitaba, lo que, sumado a la caída del ejército de su hermano Asdrúbal y la deserción de las tribus númidas, derivó en un irreversible cambio de fortuna para los cartagineses.
