La crecida del Nilo era el acontecimiento anual más importante del antiguo Egipto. Al desbordarse, el agua del río irrigaba la tierra cultivable y devolvía su fertilidad al suelo. Junto al ciclo lunar, estas previsibles crecidas constituyeron la base del calendario nilótico. Este estaba dividido en tres estaciones, cada una con cuatro meses de treinta días. Poco a poco, los sucesos que reflejaba el calendario fueron desplazándose en el tiempo, hasta que llegó el momento en que el calendario indicaba una estación de sequía cuando el Nilo estaba en plena crecida. Esta falta de precisión fue corregida al final con la introducción del año bisiesto durante el periodo romano posterior.
