Las reformas militares de Cayo Mario supusieron un cambio importante en los pagos de los soldados romanos. Los legionarios no consideraban justo el nuevo salario anual de cien denarios, complementado con pagos en tierra o en efectivo de hasta tres mil denarios, por veinticinco años de duro servicio. Los soldados veteranos miraban a sus cónsules, quienes frecuentemente eran sus antiguos generales, en espera de recibir una recompensa más justa por sus esfuerzos, lo que acabó provocando disturbios políticos y, finalmente, la guerra civil. El emperador Augusto reinstauró la estabilidad en el siglo I a. C. y fue rápido en darse cuenta de lo importante que había sido el papel desempeñado por las insatisfechas legiones en aquellos tumultuosos conflictos. Él creó el Aerarium Militare, la tesorería militar; un fondo monetario creado por él con su propio dinero y que complementó con los impuestos que pagaban los ciudadanos, lo que se tradujo en una pensión para soldados equivalente a catorce años de sueldo.
