Los reinos de los sucesores orientales mejoraron el diseño de los barcos de la época helénica. Al encontrarse en el mar Negro, Ponto dependía del comercio marítimo, por lo que necesitaba una poderosa armada con la que proteger sus intereses. Así, y partiendo del trirreme griego, mejoraron sus navíos añadiéndoles más hileras de remos. Además, a costa de sacrificar un poco de velocidad, las embarcaciones aumentaron de tamaño para permitir el transporte de contingentes marinos más grandes. Aunque desde el siglo IV a. C. los quinquerremes fueron algo habitual, en el este se llegaron a construir colosales naves con hasta veinte y cuarenta hileras de remos, que solían contar con dos cascos a modo de catamarán unidos por una plataforma para el combate.
