Al introducir un conjunto de leyes que no dependían de los designios de un solo gobernante, las instituciones legales pusieron en marcha un marco legislativo que determinaba cómo podía y debía distribuirse la riqueza. Algunos de los mayores avances en esta área fueron propuestos por un jurista conocido simplemente como Cayo. Cayo escribió muchas y excepcionales obras sobre las sutilezas del derecho romano, pero se le conoce más por sus Instituciones, una obra dividida en cuatro secciones en las que se habla de cómo las personas, las cosas, las sucesiones y acciones intestadas deberían regirse por la ley.
