Capaces de sembrar el miedo en el corazón de cualquier oponente, los elefantes de guerra fueron vistos en combate por primera vez cuando Alejandro Magno se enfrentó a los elefantes persas, en la batalla de Gaugamela. Su temible eficacia como tropas de choque pronto se volvió legendaria, y los elefantes, especialmente los de la India y Sri Lanka, más grandes y fuertes, se convirtieron en valiosas mercancías. Los ejércitos del Mediterráneo pagaban grandes sumas para hacerse con ellos, lo que originó que traerlos de los puertos asiáticos pronto pasara a ser un lucrativo negocio.
