Descripción
El sistema clientelar celta suponía que un "hombre libre" podía ascender dentro de la jerarquía tribal. Debía servir a las clases nobles, pero también se podía ganar su propio prestigio. Un hombre libre acababa inevitablemente convertido en el seguidor de un aristócrata, trabajando la tierra y manteniendo el ganado. También tenía el derecho a llevar armas y a luchar junto a los nobles en tiempos de guerra. En la lucha, un celta podía probar su valía y obtener una cierta reputación. Un sistema este que alimentaba la ambición y las ansias por luchar entre las clases más bajas. No significaba de ningún modo que sus ejércitos carecieran de disciplina o que en ellos reinara el caos: su caballería a menudo adoptaba un sistema de combate conocido como la trimarcisia, por el que cada jinete entraba en combate acompañado por un par de sirvientes libres, preparados para proporcionarle caballos e, incluso, para sustituir a los guerreros que murieran.