Nave de saqueo mediana con proyectiles, Cazadores con arco largo
Coste de reclutamiento | 520 | |
Coste de mantenimiento | 104 | |
Daño de proyectiles | 40 | |
Alcance | 125 | |
Disparos por minuto | 5 | |
Salud de los barcos | 1,067 | |
Velocidad de barcos | 3 | |
At. cuerpo a cuerpo | 8 | |
Daño de armas | 24 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 12 | |
Armadura | 10 | |
Salud | 45 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Buena resistencia del casco
- Tripulación normal
- Gran velocidad
- Embestida débil
- Abordaje pobre
- Buen combate con proyectiles
- Largo alcance
- Velocidad de disparo normal
- Inflige mucho daño, pero escasa perforación de armaduras
- Muy débil cuerpo a cuerpo
- Moral muy escasa
Descripción
La mayoría de las tribus del norte de Europa no eran potencias navales, pero sí que contaban con hábiles marineros. También dominaban las técnicas de construcción de barcos y, aunque la mayoría de las embarcaciones eran barcos pequeños recubiertos de cuero para navegar en el interior y en la costa, se construyeron barcos más grandes para navegar en aguas profundas. Los carpinteros de ribera usaban tablas gruesas para los cascos; estas se unían entre sí para luego recubrir un esqueleto de madera, creando así una robusta embarcación que pudiese aguantar las condiciones del Atlántico. Julio César quedó sorprendido con la calidad de los barcos enemigos cuando su flota se encontró con los vénetos de los moderna Britania de la época. Los barcos de los vénetos tenían el fondo plano para poder navegar en aguas poco profundas, pero a la vez estaban construidos con roble pesado para soportar los mares más agitados. Esto los convertía en un fuerte enemigo para las galeras romanas y les permitía esquivar las embestidas. César decía que los barcos enemigos estaban construidos de "tablones de un pie romano de ancho, estaban sujetos con pinchos de hierro tan anchos como el pulgar de un hombre y las anclas usaban cadenas de hierro en vez de cables". Cuando los romanos se veían obligados a abordar se encontraban con temibles guerreros, acostumbrados a luchar cuerpo a cuerpo en mar abierto.
El guerrero germánico quedaba expuesto en los campos de batalla abiertos y planos, pero cuando luchaban en las colinas y los bosques contaban con una gran ventaja. La mayoría de ellos se crió yendo de caza en bosques densos, lo que los convertía en maestros del sigilo y las emboscadas. Aunque sus tácticas de combate eran efectivas, sus arcos, que solían medir hasta dos metros y estaban hechos de tejo, no contaban con la potencia y precisión de los arcos compuestos que se hacían en el este. Su munición también dejaba mucho que desear, pues el poco hierro disponible les obligaba a utilizar flechas con punta de hueso que apenas penetraba la armadura del enemigo. En el campo de batalla, los arqueros se situaban detrás de los honderos y recibían protección de los escudos de los guerreros situados delante de ellos.