Birreme de asalto, Legionarios
Coste de reclutamiento | 630 | |
Coste de mantenimiento | 126 | |
Salud de los barcos | 501 | |
Velocidad de barcos | 6 | |
At. cuerpo a cuerpo | 47 | |
Daño de armas | 35 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 48 | |
Armadura | 80 | |
Salud | 60 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Resistencia del casco muy débil
- Tripulación muy ligera
- Mucha velocidad
- Embestida débil
- Buen abordaje
- Buena capacidad de ataque
- Capacidad de defensa normal
- Inflige daños medios pero posee una escasa perforación de armaduras
- Moral normal
Descripción
El espolón de la línea de flotación fue acoplado a un barco por primera vez alrededor del 850 a. C. Esto transformó los barcos de guerra y las tácticas navales. Aquellos dejaron de ser las plataformas de los combates de infantería sobre el agua para pasar a ser armas en sí mismos. Las galeras cambiaron, adaptándose a la nueva realidad. Una embestida con velocidad era capaz de perforar y hundir un navío enemigo, para lo cual se necesitaban barcos ágiles, estrechos y veloces. Para obtener más velocidad se necesitaban obviamente más remos. Un barco rápido con una sola fila de remos era demasiado largo y poco práctico. La solución era colocar un grupo adicional de remeros sobre los primeros, pero ligeramente escalonados para permitir más bancos para los remeros. Los birremes, o el equivalente griego dieres, no eran más largos que los diseños previos, pero sí contaban con el doble de remos. Eran rápidos, maniobrables, y podían transportar un contingente de combate. Algunas naciones daban a la tripulación de los birremes vasijas de fuego. Estas vasijas de arcilla se llenaban de aceite y alquitrán y las lanzaban a los barcos enemigos con la esperanza de incendiarlos.
Las reformas militares de Cayo Mario en el 104 a. C. transformaron al ejército romano en una fuerza de combate profesional. A los reclutas ya no se les exigía que poseyeran tierras para ser soldados, les bastaba con ser ciudadanos romanos. Sin terrenos a los que volver, los hombres estaban dispuestos a hacer del ejército una profesión, luchando extensas campañas por el dinero, la gloria y los beneficios que obtenían al retirarse. Las legiones se equipaban a expensas del estado y cada hombre llevaba un pilum, un gladius y un scutum grande, engalanado este con la insignia de su legión. En época de Mario, los hombres debían llevar su propio equipo, evitando así la necesidad de organizar largos convoyes de equipaje llevados por civiles. Por desgracia para los soldados, esto significaba que tenían que acarrear un equipo con un peso que podía llegar a los 45 kg, lo que les ganó el sobrenombre de "las mulas de Mario".