Hexarreme con harpax, Lanceros de leva

Coste de reclutamiento 1,110
Coste de mantenimiento 222
Salud de los barcos 1,206
Velocidad de barcos 4
At. cuerpo a cuerpo 18
Daño de armas 22
Def. cuerpo a cuerpo 59
Armadura 40
Salud 50
Puntos fuertes y débiles
  • Gran resistencia del casco
  • Tripulación pesada
  • Poca velocidad
  • Embestida potente
  • Abordaje excepcional
  • Unidad defensiva normal
  • Causa pocos daños pero cuenta con una perforación de armaduras normal
  • Débil en ataque
  • Escasa moral
Descripción

Con el paso de los siglos, las tácticas navales y las necesidades cambiaron a lo largo del Mediterráneo. La tendencia fue la de tener barcos más grandes, en parte como expresión de poder nacional o dinástico. Los gobernantes ptolemaicos de Egipto tenían especial predilección por los barcos grandes que usaban como prueba fehaciente para mostrar su riqueza e influencia. Estos polirremes —término que significa "muchos remos"— no eran aptos para realizar embestidas durante el combate. En la práctica muchos de ellos no tenían más remos que los barcos más pequeños, lo que sí tenían eran más remeros por remo que estos. El hexarreme romano o el hexere griego tenían dos filas de remos con tres remeros por remo. Esto era una versión de dimensiones extremadamente grandes de un barco más pequeño. Aun así, debido a su construcción extremadamente pesada y fuerte, se movían muy lentamente y les era imposible girar rápidamente, lo que era necesario para aprovechar los errores enemigos. A cambio, estos grandes barcos le sacaban partido a sus anchas cubiertas y a su gran capacidad de transporte y se convirtieron en plataformas de combate para la infantería y la artillería. El abordaje o el bombardeo a larga distancia eran los métodos ideales para derrotar al enemigo. La guerra naval había vuelto a su punto de origen en lo referente a métodos de combate, aunque ahora los barcos eran de un tamaño mucho mayor.

Los lanceros eran el alma de las fuerzas tribales germánicas. Se criaron entre festejos y saqueos y ansiaban la oportunidad de enfrentarse a un enemigo digno. La ferocidad de su ataque inicial era conocida y muy temida, pues estos tenían poco respeto por los peligros que les esperaban y entraban en una especie de locura a través de cánticos y canciones, además iban armados con lanzas con punta de hueso y jabalinas. El "furor teutónico", como los calificaban los romanos, no se parecía en nada a la desorganización típica de los celtas. Los germánicos atacaban en columnas ordenadas o en formación de cuña conocida como “cabeza de jabalí”.