Birreme con calderos de fuego, Lanceros itálicos
Coste de reclutamiento | 410 | |
Coste de mantenimiento | 82 | |
Salud de los barcos | 501 | |
Velocidad de barcos | 6 | |
At. cuerpo a cuerpo | 18 | |
Daño de armas | 25 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 55 | |
Armadura | 65 | |
Salud | 50 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Muy pobre resistencia del casco
- Tripulación muy ligera
- Gran velocidad
- Embestida inicial muy potente
- Buen abordaje
- Buena unidad defensiva
- Causa pocos daños pero cuenta con una perforación de armaduras normal
- Ataque normal
- Moral normal
Descripción
El espolón de la línea de flotación fue acoplado a un barco por primera vez alrededor del 850 a. C. Esto transformó los barcos de guerra y las tácticas navales. Aquellos dejaron de ser las plataformas de los combates de infantería sobre el agua para pasar a ser armas en sí mismos. Las galeras cambiaron, adaptándose a la nueva realidad. Una embestida con velocidad era capaz de perforar y hundir un navío enemigo, para lo cual se necesitaban barcos ágiles, estrechos y veloces. Para obtener más velocidad se necesitaban obviamente más remos. Un barco rápido con una sola fila de remos era demasiado largo y poco práctico. La solución era colocar un grupo adicional de remeros sobre los primeros, pero ligeramente escalonados para permitir más bancos para los remeros. Los birremes, o el equivalente griego dieres, no eran más largos que los diseños previos, pero sí contaban con el doble de remos. Eran rápidos, maniobrables, y podían transportar un contingente de combate. Algunas naciones daban a la tripulación de los birremes vasijas de fuego. Estas vasijas de arcilla se llenaban de aceite y alquitrán y las lanzaban a los barcos enemigos con la esperanza de incendiarlos.
Antes de dominar la península itálica al completo, Roma la compartía con otras culturas, como etruscos o samnitas. Tan pequeños reinos, ciudades y tribus con frecuencia se enfrentaron entre sí, pero también se unieron contra amenazas comunes externas. Fue con el declinar etrusco y la cada vez menor influencia griega cuando Roma empezó a adquirir territorios y poder de manera constante. Al finalizar las tres guerras contra los samnitas, fue cuando Roma se alzó como la potencia dominante de la península itálica, exigiendo juramentos de lealtad y apoyo militar a sus socii latini, o aliados latinos. No obstante, se produjeron otras rebeliones contra su autoridad, entre las que destaca la guerra social, entre los años 90 y 88 a. C., en la que muchos de estos socii se volvieron contra Roma. Aunque esto puso un temporal freno a la expansión romana, los términos del posterior tratado de paz fueron sorprendentemente generosos, pues se daba a los socii el derecho de convertirse en ciudadanos romanos de pleno derecho, con lo cual Roma consiguió unificar toda la península itálica bajo su poder y, por consiguiente, asegurar su supervivencia por el bien de todos.
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