Nave de saqueo de proyectiles, Honderos mercenarios íberos

Coste de reclutamiento 420
Coste de mantenimiento 310
Daño de proyectiles 20
Alcance 150
Disparos por minuto 7
Salud de los barcos 875
Velocidad de barcos 3
At. cuerpo a cuerpo 8
Daño de armas 24
Def. cuerpo a cuerpo 37
Armadura 25
Salud 45
Puntos fuertes y débiles
  • Buena resistencia del casco
  • Tripulación normal
  • Gran velocidad
  • Embestida débil
  • Abordaje pobre
  • Buen combate con proyectiles
  • Muy largo alcance
  • Velocidad de disparo normal
  • Inflige mucho daño, pero escasa perforación de armaduras
  • Muy débil cuerpo a cuerpo
  • Moral muy escasa
Descripción

La mayoría de las tribus del norte de Europa no eran potencias navales, pero sí que contaban con hábiles marineros. También dominaban las técnicas de construcción de barcos y, aunque la mayoría de las embarcaciones eran barcos pequeños recubiertos de cuero para navegar en el interior y en la costa, se construyeron barcos más grandes para navegar en aguas profundas. Los carpinteros de ribera usaban tablas gruesas para los cascos; estas se unían entre sí para luego recubrir un esqueleto de madera, creando así una robusta embarcación que pudiese aguantar las condiciones del Atlántico. Julio César quedó sorprendido con la calidad de los barcos enemigos cuando su flota se encontró con los vénetos de los moderna Britania de la época. Los barcos de los vénetos tenían el fondo plano para poder navegar en aguas poco profundas, pero a la vez estaban construidos con roble pesado para soportar los mares más agitados. Esto los convertía en un fuerte enemigo para las galeras romanas y les permitía esquivar las embestidas. César decía que los barcos enemigos estaban construidos de "tablones de un pie romano de ancho, estaban sujetos con pinchos de hierro tan anchos como el pulgar de un hombre y las anclas usaban cadenas de hierro en vez de cables". Cuando los romanos se veían obligados a abordar se encontraban con temibles guerreros, acostumbrados a luchar cuerpo a cuerpo en mar abierto.

Los honderos eran muy comunes en los ejércitos antiguos. La honda, de hecho, era un arma muy antigua que ya se usaba en el Paleolítico. Al contrario que los arcos, las hondas eran de fácil confección y tenían un gran alcance.

Se construían con lino, cáñamo o junco trenzado y tenían un apoyo sobre el que se colocaba la piedra. En un extremo tenían una presilla por donde se metía el dedo y, por el otro, un nudo o cinta para proporcionar agarre. El hondero insertaba el dedo corazón en la presilla y sujetaba el extremo anudado con el índice y el pulgar. A continuación, hacía girar la honda y soltaba el proyectil con un golpe de muñeca. La honda era un arma particularmente odiada por aquellos que sufrían sus proyectiles, y es que era un arma que se disparaba y recargaba con extrema facilidad.

La munición empleada podía consistir en piedras de ríos, trozos de arcilla o plomo, el cual podía llegar a una distancia de cuatrocientos metros. Los proyectiles a veces llevaban inscripciones con comentarios sarcásticos como "¡cógelo!" o "¡ahí va!". Era muy difícil detectar los proyectiles en el aire y, aunque carecían del poder penetrante de las flechas, podían romper huesos y armaduras a corta distancia. Es por todos sabido que el cónsul romano Paulo fue asesinado por el disparo de una honda en la desastrosa batalla de Cannas.

Requiere
Regiones
Gades Kartuba