Comerciante

Las especias eran un producto muy apreciado tanto para su consumo como para su comercio con otros pueblos. El comercio por las que se convertirían en las rutas de la seda y las especias comenzó casi al principio de la civilización con el alza de la ganadería y comercio en las comunidades neolíticas.

No sería hasta que los comerciantes árabes y fenicios comenzaron a comerciar con especias y otros bienes de lujo como el oro, las piedras preciosas, la seda y las finas telas que se afianzaron las rutas y comenzaron a construirse mercados. Además de las especias para dar sabor a la comida, se comerciaba con otros objetos, entre los que se incluían aquellos considerados como indispensables para los ritos religiosos, como el incienso —una resina de árbol que emana un potente aroma cuando se quema—. La mirra también es valorada por sus propiedades medicinales y para embalsamados.