Monumento de Leónidas

El rey Leónidas era el espartano de los espartanos. En el 480 a. C. lideró a trescientos hoplitas —su guardia personal— hacia la parte norte del paso de las Termópilas para luchar contra el poderoso ejército persa de Jerjes. Leónidas no pudo hacer uso de más hombres, pues un festival sagrado no permitía que los espartanos entrasen en guerra. Jerjes parecía haber traído a todo oriente a luchar contra los griegos. El sexagenario Leónidas lideró personalmente la defensa del angosto paso y aguantó durante dos días antes de que sus fuerzas fueran traicionadas y atacadas por la retaguardia. Los persas mataron a todo el mundo y mutilaron el cuerpo de Leónidas. Con su defensa consiguió ganar un tiempo precioso que permitió a los griegos hacerse con la victoria. Las hazañas de Leónidas se convirtieron en el mayor ejemplo de lo que significaba ser espartano y, cuarenta años después, sus restos fueron exhumados y se construyó el Leonideo, un santuario monumental, con objeto de inspirar a todo el que lo contemplara.