La campaña que Julio César llevó a cabo en la Galia marcó un punto de inflexión en la historia, pues no solo supuso el fin de la independencia tribal en la Galia, sino que también fue el principio del fin de la República romana. El proconsulado de diez años de César como gobernador de la Galia Cisalpina y la Galia Transalpina, al que llegó tras la formación del primer triunvirato con Pompeyo y Craso, le otorgó el poder militar y la riqueza necesaria como para dominar la política romana en los años posteriores.
La mejor fuente de información que nos ha llegado sobre la guerra de la Galia son los comentarios que sobre ella hiciera el mismo César, quien narra la historia desde sus primeras acciones contra los emigrantes helvecios, pasando por su estrategia de dividir y conquistar a las tribus galas, hasta el aplastamiento de las subsiguientes rebeliones, el asedio de Alesia y la rendición de Vercingetórix.
Además de la campaña de la Galia, César libró otra batalla contra quienes dudaban de él y contra sus oponentes en el Senado romano. Su poder político provenía de una frágil alianza con Pompeyo y Craso, donde cada cual usaba a los demás para sus propios fines.
Tanto la campaña gala de César como sus estratagemas políticas eran empresas arriesgadas. Si hubiera fracasado en su guerra contra las tribus germanas y galas —especialmente en sus pactos con los arvernos, los nervios y los suevos—, la misma Roma habría pagado un precio muy alto y el mundo actual sería muy diferente.
Julio César nació en el 100 a. C. y pertenecía al clan patricio de los Julios, que se consideraban descendientes de la diosa Venus. Era un estratega excepcional, un comandante ejemplar y un político muy astuto, virtudes estas que le ayudaron a amasar un gran poder en la República romana. Junto a Pompeyo y Craso, formó el primer triunvirato, una alianza política para oponerse a sus adversarios conservadores dentro del Senado. En su proconsulado de diez años, obtenido con las maquinaciones de dicha alianza, César maniobró con rapidez para conquistar la Galia y derrotar a las tribus germanas de las tierras de Renania. El éxito de la campaña quedó recogido en sus "Comentarios sobre la guerra de las Galias", que también hacían mención a su invasión de Britania y a la construcción de puentes sobre el Rin. Una vez finalizada su conquista, el Senado le ordenó que cediera su mando y volviera a Roma, pero César se negó. En el 49 a. C., César provocó una guerra civil al cruzar el Rubicón. Esto propició el fin de la república. Como "dictator", emprendió muchas reformas positivas, pero sus enemigos siguieron esperando con impaciencia su caída. En el idus de marzo del año 44 a. C., fue asesinado en el Senado por un grupo de senadores encabezado por Marco Bruto. Su hijo adoptivo, Cayo Octavio, acabó por sucederle y, con el tiempo, se convertiría en Augusto César, el primer emperador de Roma.
Marco Antonio nació en enero del año 83 a. C. en el seno de la gens Antonia. Su madre de era prima de Julio César. Tras estar al mando del regimiento de la caballería gala en Siria, se le incluyó en el séquito de César, en el 54 a. C., y luchó en la guerra de las Galias. Marco Antonio era un firme partidario de César, primero como comandante militar y, más tarde, como político. En el 50 a. C., César orquestó su nombramiento como augur, cuestor y tribuno de la plebe, intentando salvaguardar así su propia posición política. A consecuencia de ello, Marco Antonio fue expulsado violentamente del Senado, hecho que aprovecharía César como excusa para cruzar el Rubicón. Tras el asesinato de César, Marco Antonio se alió con Octaviano —el hijo adoptivo de César— y Lépido. Este segundo triunvirato también se vería envuelto en una guerra civil, pues Marco Antonio y Cleopatra disputaron a Octaviano el control de la República. La derrota de Marco Antonio en la batalla naval de Actio, en el 31 a. C., y la deserción de sus legiones hicieron que él y Cleopatra se quitaran la vida.
Aunque se desconoce su fecha exacta de nacimiento, se sabe que Tito Labieno nació en el seno de una familia del orden ecuestre, allá por el 100 a. C. Labieno tenía relación con Pompeyo, pero acabó fraguando una fuerte amistad con César. Tras ser elegido tribuno de la plebe en el 63 a. C., se convirtió en legado propretor de César en la Galia y, como tal, dirigió combates en la guerra de las Galias, entre los años 58 a 50 a. C., y tuvo el mando absoluto de las legiones y llevó a cabo formidables empresas en ausencia de César. Fue Labieno, brillante líder y mejor estratega, quien consiguió alterar el curso de la batalla contra los nervios. Antes de la batalla de Lutecia, en el 52 a. C., consiguió engañar a las tribus galas rebeldes para que dividieran sus fuerzas y luego derrotó al ejército de Camelugeno con una maniobra en pinza. En la guerra civil que tuvo lugar tras las campañas gálicas, Labieno se alió con Pompeyo en contra de César. Tras la muerte de Pompeyo, Labieno se mantuvo leal a los hijos de aquel y se enfrentó a César en las batallas de Tapso, Ruspina y Munda, contienda esta última en la que fue asesinado en la desbandada final.
Nacido en el 115 a. C., Marco Licinio Craso fue uno de los miembros del primer triunvirato, junto a César y Pompeyo. Craso, partidario de Sila en sus guerras civiles contra Mario, estuvo al mando del flanco derecho en la batalla de la Puerta Colina de Roma, en el 82 a. C., en la que fueron derrotados los samnitas. Una vez terminada la guerra, Craso empezó a amasar su fortuna con la subasta a bajo precio de propiedades de personas proscritas que les fue impuesta a los vencidos partidarios de Mario el Joven. Fue gracias a si enorme riqueza que Craso pudo comprar su lugar en el triunvirato, pagando las deudas de César y asegurándose posteriores nombramientos políticos. Compartiendo el consulado en el 55 a. C. con Pompeyo, le concedieron a César una prolongación de su proconsulado en la Galia, reservándose para ellos Siria e Hispania respectivamente. A fin de igualar las victorias militares de sus aliados políticos, Craso se embarcó en una descabellada guerra contra Partia, que iniciaría desde Siria. Cayó derrotado en la batalla de Carras, en el 53 a. C., siendo más tarde ejecutado por sus captores, quienes —según ciertas leyendas— le hicieron tragar oro derretido.
Cneo Pompeyo Magno, nacido en septiembre del año 106 a. C. Al igual que su padre, fue un firme partidario de Sila en la guerra civil de este contra Mario. Tras heredar el cargo y las legiones de su padre, derrotó a las tropas marianas en África y Sicilia. Proclamado imperator por sus legiones, le fue otorgado el título de Magno. Las posteriores victorias, primero en Hispania y luego en oriente, con las que concluyó la tercera guerra mitridática, le valieron otros dos triunfos. Al volver a Roma para garantizar tierra para sus veteranos, Pompeyo formó el primer triunvirato con César y Craso. Una vez asegurada su posición política, se otorgó a sí mismo, como cónsul de Hispania junto a Craso, el mando de aquella. El final del triunvirato y el hecho de que César cruzara el Rubicón, en el 49 a. C., dieron lugar a otra guerra civil en la que se enfrentaron los dos grandes generales. Derrotado en la batalla de Farsalia, en el 48 a. C., Pompeyo huyó rumbo a Egipto, a la corte del joven Ptolomeo XIII, donde fue traicionado y asesinado por los consejeros del monarca. Tras su llegada a Egipto, César llevó a cabo una sangrienta venganza contra los asesinos de Pompeyo, dando a entender que su intención era perdonar a su antiguo aliado, una vez él fue nombrado dictador.
Quinto Tulio Cicerón era el hermano pequeño del famoso estadista Marco Tulio Cicerón. Sirvió bajo las órdenes de César como legado de confianza en sus campañas galas, en especial en la segunda expedición a Britania, en la que acompañó al procónsul. Cicerón obtuvo el apoyo y las alabanzas de César por su ejemplar liderazgo militar y, en más de una ocasión, sus órdenes convirtieron certeras derrotas en victorias para los romanos. Tal vez, la lealtad que ambos se profesaban explique el perdón recibido después de que Cicerón apoyara a Pompeyo durante la guerra civil. Aunque era un gobernador incorruptible, también era conocida su propensión a actuar de manera precipitada y a tener episodios de violencia que, aunque ocasionales, no dejaban de ser preocupantes. Los romanos del siglo I a. C. —firmes valedores de su su propio estoicismo— no veían con buenos ojos estos arrebatos, sobre todo en lo referente al tratamiento de los cautivos y de cualquiera que se atreviese a desobedecerle, ya que él se decantaba por castigos brutales, a la vieja usanza. La lealtad y la destreza de Cicerón le salvaron la vida tras la victoria de César. Su buena fortuna, sin embargo, le abandonaría en el segundo triunvirato, año en que fue condenado a la proscripción como enemigo de estado. Murió en el año 43 a. C.
Cayo Escribonio Curión era el hijo del estadista y orador romano del mismo nombre. Era coetáneo de Pompeyo, César y Cicerón y un orador respetado por derecho propio. Era conocido principalmente por la construcción del primer anfiteatro en Roma. Tras su elección como tribuno en el año 50 a. C., Curión se convirtió en un aliado de César, cuando Pompeyo exigió a este que cediera el mando. Cicerón fue uno de los últimos senadores que intentó forjar un acuerdo de paz entre ambos estadistas. A pesar de sus esfuerzos, estos no llegaron a un acuerdo y Curión se vio forzado a abandonar Roma y unirse a César. A cambio de su apoyo, César pagó las deudas de Curión. Esto hizo creer a todos, como afirmó Tácito, que César lo había sobornado por su habilidad con la palabra. Durante la guerra civil, Curión fue nombrado pretor y emergió victorioso frente a los ejércitos de Pompeyo. Con el tiempo, fue enviado a África con la misión de aplacar el sentir propompeyano. Fue allí, durante la segunda batalla del río Bagradas, donde murió asesinado.
Vercingetórix, cuyo nombre viene a significar 'gran rey guerrero', era un líder de los arvernos de la Galia. En medio del creciente sentir antirromano imperante en la Galia, Vercingetórix lideró a muchas tribus además de la suya en la rebelión contra las legiones romanas del año 52 a. C. Aunque al principio tuvo en contra al consejo de nobles arvernos, que llegaron a echarle de la capital, Gergovia, a él y a quienes le servían, Vercingetórix tomo la ciudad por la fuerza y fue proclamado rey. Después, y para intentar cortar a las legiones romanas de sus líneas de suministro, llevó a cabo una política de tierra quemada. Los romanos acabaron derrotando a las tribus galas, que tuvieron que retirarse a lugares estratégicos de su entorno. Sin embargo, el gran factor de inflexión en la rebelión de Vercingetórix fue su retirada a la ciudad fortificada de Alesia. Con las tropas romanas rodeando toda la ciudad, César puso bajo asedio al líder arverno y a sus tropas para que se rindieran llevados por el hambre. Después de que tropas galas de refuerzo fracasaran en su intento de penetrar los muros romanos, Vercingetórix se rindió. Encadenado, fue llevado a Roma, donde estuvo prisionero durante cinco años para acabar siendo exhibido y ejecutado públicamente en el triunfo en honor a César del año 46 a. C.
Ariovisto era el líder de los suevos germanos, o "nuestro pueblo". Sécuanos y arvernos pidieron apoyo a Ariovisto en su lucha contra los eduos, que contaban con el respaldo de Roma. Este cruzó el Rin con sus tropas y derrotó a los eduos en la batalla de Admagetobriga, en el 63 a. C. Tras el combate, y a cambio de la ayuda ofrecida, los suevos comenzaron a establecerse en territorios sécuanos. Esto supuso una gran presión para las tribus de los alrededores y dio pie a la migración masiva de los helvecios. Roma tampoco vio con buenos ojos el asentamiento de Ariovisto en la Galia, pero el Senado lo reconoció como "rey y amigo del Pueblo Romano", al parecer a petición del propio César en un intento de aplacarlo. Hacia el 58 a. C., la situación había empeorado tanto que los eduos y otras tribus galas pidieron ayuda a César. Este dio un ultimátum a Ariovisto para que cesaran los asentamientos suevos y las guerras en la Galia, pero este se negó. El conflicto se antojaba inevitable, pues los emisarios de ambos bandos no llegaron a un acuerdo. En la batalla que propició esta falta de entendimiento, las tropas de Ariovisto cayeron derrotadas y tanto él como los supervivientes huyeron cruzando el Rin. Nunca más se volvió a saber de ellos.
Boduognato era el líder de los feroces nervios, una tribu celto-germánica que residía en el noroeste de la Galia. Este combatió junto a su pueblo contra las legiones de César, en el 57 a. C. Boduognato era un líder astuto y no dudó en usar su conocimiento del terreno para tender una emboscada a los romanos en la batalla del río Sambre. El ataque de los nervios y sus tribus aliadas, atrebates y viromanduos, cogió a las tropas de César por sorpresa y casi los aniquilan. Sin embargo, la 10ª legión, al mando de Tito Labieno, cambió el curso de la batalla. Boduognato, al igual que sus guerreros, se negó a ceder terreno y resultó muerto; la fuerza de los nervios también sufrió un duro golpe. En sus Comentarios, César alaba su heroico valor y cuenta que lucharon casi hasta solo quedar el último hombre entre los cuerpos de sus hermanos muertos.