Aunque en el mundo antiguo a menudo se utilizaba el poder militar como palanca para conseguir acuerdos, la política exterior solía basarse más en la diplomacia, tratados y tributos, intercambios de cautivos o prisioneros y en el comercio. Sin embargo, el poder, la conquista de territorios o la riqueza no eran las únicas motivaciones. En el año 22 a. C., Fraates IV de Partia consiguió negociar la liberación de su hijo, que había sido secuestrado por el usurpador Tiridates cuando huía hacia Roma. A cambio del hijo de Fraates, Augusto y el Senado lograron la devolución de los estandartes de los legionarios que habían perdido treinta y tres años antes, en la desastrosa batalla de Carras.
