Era medida habitual en tiempos de emergencia nacional que los cónsules del Senado romano designaran a un dictador: un solo hombre que actuara como comandante en jefe y con total autoridad militar. Sin embargo, con los cónsules muertos o ausentes, el Senado se apresuró a designar a Quinto Fabio Máximo "prodictador". Semejante maniobra, que traicionaba los principios de la constitución romana, le confirió el poder total. Fabio se apresuró a poner inmediatamente en marcha su nueva estrategia bélica, pero su esfuerzo se vio obstaculizado por el nombramiento de su enemigo político, Marco Minucio Rufo, como el segundo al mando.
