El sacrificio de niños en la civilización cartaginesa aún es motivo de discusiones entre muchos historiadores y arqueólogos. Algunos de los primeros historiadores, como Diodoro Sículo, sugirieron que el tofet, el lugar donde se realizaban tales sacrificios, era una enorme estatua de bronce con los brazos extendidos hacia un foso en llamas. El niño sería depositado en las manos de la estatua y ofrendado a las llamas y al dios Baal Hammon. El descubrimiento de fosas comunes de niños parece dar fuerza a estos antiguos relatos, pero algunos historiadores sostienen que tales fosas no son sino signos de una civilización con una alta tasa de mortalidad infantil.
