Aníbal creía fervientemente en los poderes de Melkart, una deidad cartaginesa con frecuencia asociada al Hércules de los griegos. El historiador romano Tito Livio recogió por escrito las preparaciones de Aníbal antes de su gran marcha hacia la península Itálica. Escribió que para los púnicos era de importancia vital viajar a Gades para realizar ofrendas en el altar de Melkart. Según reza la leyenda, Aníbal tuvo un sueño en la víspera de su viaje. Un visitante fantasmal lo invitó a seguirle pero sin poder mirar atrás. La curiosidad pudo al general cartaginés y, al darse la vuelta, vio una gran serpiente que lo destruía todo a su paso. Le preguntó al espectro qué significaba tal visión y este le dijo que era la destrucción de Roma a manos de la poderosa Cartago.
