Fuere cual fuere su propósito, demarcadores territoriales, calendarios o templos de rituales druídicos, los menhires son algo común en Europa occidental. Fueron construidos durante el Neolítico y en la Edad del Bronce temprana, y siguieron usándose durante siglos. La Galia poseía una mayor concentración de estos monumentos prehistóricos, de los que unos mil doscientos aún existen en el noroeste de Francia. Entre ellos se encuentran los alineamientos de Carnac, donde unas tres mil piedras se distribuyen en cuatro grandes agrupamientos, o el Grand Menhir Brisé, el gran menhir quebrado, de veinte metros de alto y trescientas treinta toneladas de peso.
