Para apreciar la habilidad de los antiguos ingenieros solo tenemos que observar las obras que nos dejaron: la Gran Pirámide de Guiza, el Panteón, el Coliseo de Roma o la Acrópolis de Atenas fueron construidos en una época en la que no existía la maquinaria pesada y, aun así, han resistido al paso del tiempo.
Algunos de estos monumentos, como la Gran Pirámide o Stonehenge, desconcertaron a los historiadores en cuanto a su construcción; otros, en cambio, les han permitido conocer más a fondo las civilizaciones que los crearon. El techo del Panteón es un ejemplo de la maestría que tenían los romanos con el hormigón y los moldes para ser capaces de construir tan compleja y bella arquitectura.
