Los hornos de grano se usaban para secar este bien antes de su almacenamiento; esto era especialmente importante en los climas húmedos de Britania e Irlanda. Los hornos consistían en una fosa que se cubría con una gran variedad de materiales entre los que se incluía césped, madera y, en algunos casos, piedra. Los granos se calentaban con fuego de turba, que hacía que se endureciesen. Esto permitía a las tribus almacenar más grano durante periodos más duraderos, lo cual resultaba extremadamente útil en los inviernos más duros.
