Cazador de cabezas
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Descripción
Los antiguos celtas creían que el alma se encontraba en la cabeza y no en el corazón. Hacerse con las cabezas enemigas no era, como pensaban los romanos, un acto bárbaro perpetrado por unos locos sedientos de sangre, sino una muestra de respeto. Las cabezas del enemigo se lavaban, se embalsamaban en aceite de cedro y se mostraban como muestra de las proezas del guerrero en combate. Con frecuencia se utilizaban como ofrendas votivas. Muchas de estas cabezas embalsamadas se han encontrado en ríos que los antiguos celtas consideraban sagrados.