El pueblo ilirio no fue sino una víctima de las circunstancias imperantes, de ahí que adquirieran esa reputación de pueblo implacable y aventurero que tanta fama les reportó. La tierra natal de los ardiaei, los dárdanos y otras tribus ilirias no era aprovechable para la agricultura a gran escala, necesaria para sostener a una creciente población, por lo que se centraron en la pesca, en las costas adriáticas, para encontrar sustento. Pero, para un pueblo tan beligerante como ellos, pescar no sería suficiente. Al final, muchos ilirios asumieron la piratería en el mar para sobrevivir y prosperar.
Al contrario de lo que ocurría en otros estados más "civilizados", que condenaban estas prácticas, la piratería en Iliria era hasta alentada por la nobleza gobernante. Teuta, reina de los ardiaei en la época de las guerras ilirias con Roma, espetó célebremente a los romanos, que presionaban para que esta tomara cartas en el asunto, que ella no tenía derecho a interferir en las empresas comerciales privadas de sus súbditos. "Nunca fue la costumbre de la realeza entorpecer la ventaja que sus súbditos pudieran obtener desde el mar" dijo airando al enviado romano enviado para protestar ante ella, quien replicó: "nosotros tenemos la excelente costumbre de castigar males privados con venganza pública." Tras semejantes tensiones, la consiguiente, larga y destructiva guerra, que al final llevaría a la caída de Teuta y la absorción de su reino por parte del imperio romano, no tardó en estallar.
