Dieres de asalto, Montañeses
Coste de reclutamiento | 290 | |
Coste de mantenimiento | 58 | |
Salud de los barcos | 501 | |
Velocidad de barcos | 6 | |
At. cuerpo a cuerpo | 25 | |
Daño de armas | 26 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 36 | |
Armadura | 15 | |
Salud | 45 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Resistencia del casco muy débil
- Tripulación muy ligera
- Mucha velocidad
- Embestida débil
- Buen abordaje
- Ataque normal
- Escasa defensa
- Inflige daños leves pero cuenta con una buena perforación de armaduras
- Escasa moral
Descripción
El espolón de la línea de flotación fue acoplado a un barco por primera vez alrededor del 850 a. C. Esto transformó los barcos de guerra y las tácticas navales. Aquellos dejaron de ser las plataformas de los combates de infantería sobre el agua para pasar a ser armas en sí mismos. Las galeras cambiaron, adaptándose a la nueva realidad. Una embestida con velocidad era capaz de perforar y hundir un navío enemigo, para lo cual se necesitaban barcos ágiles, estrechos y veloces. Para obtener más velocidad se necesitaban obviamente más remos. Un barco rápido con una sola fila de remos era demasiado largo y poco práctico. La solución era colocar un grupo adicional de remeros sobre los primeros, pero ligeramente escalonados para permitir más bancos para los remeros. Los birremes, o el equivalente griego dieres, no eran más largos que los diseños previos, pero sí contaban con el doble de remos. Eran rápidos, maniobrables, y podían transportar un contingente de combate. Algunas naciones daban a la tripulación de los birremes vasijas de fuego. Estas vasijas de arcilla se llenaban de aceite y alquitrán y las lanzaban a los barcos enemigos con la esperanza de incendiarlos.
Los montañeses orientales solían ser escaramuzadores de infantería ligera, expertos en terrenos montañosos y difíciles pues, con frecuencia, se veían obligados a defender sus tierras. Muchas de las tribus de montaña, entre las que se incluyen los bitinios —de donde Bitinia recibe su nombre—, descendían de los anteriores movimientos migratorios tracios, que habían acabado en Anatolia tras atravesar el Bósforo. Estas tribus destacaban por su gran apego a sus propias tierras y la desconfianza hacia la gente de las llanuras y los extranjeros. Armados de manera parecida a los peltastas, llevaban lanzas, jabalinas y dagas y su única protección era un escudo ligero, que solía estar hecho con mimbre o madera, o cubierto de piel. En combate eran muy rápidos, increíblemente ágiles y usaban frecuentemente artimañas y engaños.