Hexeres de asalto, Hoplitas escitas
Coste de reclutamiento | 1,260 | |
Coste de mantenimiento | 252 | |
Salud de los barcos | 1,046 | |
Velocidad de barcos | 5 | |
At. cuerpo a cuerpo | 30 | |
Daño de armas | 25 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 56 | |
Armadura | 80 | |
Salud | 55 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Gran resistencia del casco
- Tripulación pesada
- Poca velocidad
- Embestida potente
- Muy buen abordaje
- Buena unidad defensiva
- Causa pocos daños pero cuenta con una perforación de armaduras normal
- Ataque normal
- Moral normal
Descripción
Con el paso de los siglos, las tácticas navales y las necesidades cambiaron a lo largo del Mediterráneo. La tendencia fue la de tener barcos más grandes, en parte como expresión de poder nacional o dinástico. Los gobernantes ptolemaicos de Egipto tenían especial predilección por los barcos grandes que usaban como prueba fehaciente para mostrar su riqueza e influencia. Estos polirremes —término que significa "muchos remos"— no eran aptos para realizar embestidas durante el combate. En la práctica muchos de ellos no tenían más remos que los barcos más pequeños, lo que sí tenían eran más remeros por remo que estos. El hexarreme romano o el hexere griego tenían dos filas de remos con tres remeros por remo. Esto era una versión de dimensiones extremadamente grandes de un barco más pequeño. Aun así, debido a su construcción extremadamente pesada y fuerte, se movían muy lentamente y les era imposible girar rápidamente, lo que era necesario para aprovechar los errores enemigos. A cambio, estos grandes barcos le sacaban partido a sus anchas cubiertas y a su gran capacidad de transporte y se convirtieron en plataformas de combate para la infantería y la artillería. El abordaje o el bombardeo a larga distancia eran los métodos ideales para derrotar al enemigo. La guerra naval había vuelto a su punto de origen en lo referente a métodos de combate, aunque ahora los barcos eran de un tamaño mucho mayor.
Los primeros hoplitas de los que se tiene constancia participaron en las guerras entre las ciudades-estado griegas, entre los siglos VIII y VII a. C. Durante las guerras médicas, la mayoría de los hoplitas llevaban un escudo de bronce, normalmente de diseño corintio, y una coraza de bronce o de tela rígida. Iban armados con una lanza con punta de hierro, cuyo peso se repartía con una parte trasera de bronce, en forma de pica, y con una espada corta. Su nombre proviene del escudo redondo que llevaban, u hoplón. La combinación del hoplón y la lanza les obligaba a luchar como una falange: un grupo de lanceros, repartidos en unas ocho filas. En las distancias cortas, cada uno de ellos se refugiaba tras el escudo de su vecino, creando así un muro sembrado de puntas de lanza.
Aunque los hoplitas fueron originalmente ciudadanos soldado, pronto fueron reemplazados por mercenarios profesionales, y los hoplitas se convirtieron en la unidad regular de combate en el mundo griego. Más adelante, con Filipo II de Macedonia y Alejandro Magno, el escudo se hizo más pequeño y la lanza se transformó en una sarissa, o pica, de cinco metros. Muchos ejércitos adoptaron la falange de hoplitas como una unidad táctica sencillamente porque funcionaba muy bien en combate.