Hexeres de asalto, Espadachines con coraza
Coste de reclutamiento | 1,130 | |
Coste de mantenimiento | 226 | |
Salud de los barcos | 1,046 | |
Velocidad de barcos | 5 | |
At. cuerpo a cuerpo | 38 | |
Daño de armas | 34 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 57 | |
Armadura | 75 | |
Salud | 60 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Gran resistencia del casco
- Tripulación pesada
- Poca velocidad
- Embestida potente
- Muy buen abordaje
- Buena capacidad de ataque
- Capacidad de defensa normal
- Inflige daños medios pero posee una escasa perforación de armaduras
- Moral normal
Descripción
Con el paso de los siglos, las tácticas navales y las necesidades cambiaron a lo largo del Mediterráneo. La tendencia fue la de tener barcos más grandes, en parte como expresión de poder nacional o dinástico. Los gobernantes ptolemaicos de Egipto tenían especial predilección por los barcos grandes que usaban como prueba fehaciente para mostrar su riqueza e influencia. Estos polirremes —término que significa "muchos remos"— no eran aptos para realizar embestidas durante el combate. En la práctica muchos de ellos no tenían más remos que los barcos más pequeños, lo que sí tenían eran más remeros por remo que estos. El hexarreme romano o el hexere griego tenían dos filas de remos con tres remeros por remo. Esto era una versión de dimensiones extremadamente grandes de un barco más pequeño. Aun así, debido a su construcción extremadamente pesada y fuerte, se movían muy lentamente y les era imposible girar rápidamente, lo que era necesario para aprovechar los errores enemigos. A cambio, estos grandes barcos le sacaban partido a sus anchas cubiertas y a su gran capacidad de transporte y se convirtieron en plataformas de combate para la infantería y la artillería. El abordaje o el bombardeo a larga distancia eran los métodos ideales para derrotar al enemigo. La guerra naval había vuelto a su punto de origen en lo referente a métodos de combate, aunque ahora los barcos eran de un tamaño mucho mayor.
Los tureos eran grandes escudos ovalados que se hicieron muy comunes en todo el mundo helénico a partir del siglo III a. C. Estos escudos, hechos de madera y recubiertos de piel, diferían de los antiguos hoplones griegos por la agarradera que llevaban en el centro, protegida por un refuerzo vertical que cubría toda la longitud del escudo, el cual podía reforzarse aún más añadiendo una plancha de metal que protegiera la agarradera y la mano del soldado. Inspirados en los escudos semirrectangulares y ovalados de los celtas, quizás debido a su contacto con los migratorios gálatas, su uso debió de extenderse primero entre las tribus ilirias y tracias, para ser luego adoptado por los griegos. Aunque el tureo era de gran tamaño, seguía siendo bastante ligero en comparación con el hoplón tradicional y no tardó en ser adoptado por los peltastas de armadura pesada. Los tureóforos, llamados así a causa del escudo que portaban, podían luchar como peltastas normales, ejecutando escaramuzas con sus jabalinas, pero también podían adoptar, gracias a sus escudos y lanzas más grandes, una formación parecida a la falange. Debido a su versátil y eficaz diseño, el tureo fue adoptado por muchos ejércitos, incluidas las tropas auxiliares y la caballería de las legiones romanas posteriores.