Descripción
Los sakas, como los llamaban los persas, eran un pueblo de las estepas cuya vida estaba estrechamente ligada al mundo del caballo. Como en otras sociedades guerreras, las armaduras más pesadas se reservaban para la nobleza tribal y, en el caso de los sakas, su nobleza podía ser realmente letal. Como pueblo, eran bastante reacios a inclinarse ante cualquier extraño. En el año 512 a. C., el rey Darío I el Grande intentó someter a los sakas y marchó sobre sus estepas. Una idea terrible. Las tribus evitaban el combate frontal y atacaban cuando y donde les convenía. Alejandro Magno, casi unos dos siglos después, logró empujar a los sakas hasta la batalla del Jaxartes, en el 329 a. C. y, aunque se alzó con la victoria, admitió que le era imposible domeñarlos y liberó a todos los prisioneros sakas a cambio de que aquellos juraran poner fin a sus depredaciones. Los sakas mantuvieron su palabra.
