Caballos salvajes

Según Heródoto, los nómadas, como los escitas, bebían sangre de caballo, lo que podría ser cierto, pues hay testimonios de otras culturas nómadas usando sus caballos como fuente de alimento en momentos de desesperación. Como buen griego que era, a Heródoto le horripilaban esas gentes y sus bárbaras costumbres. Independientemente de esto, los caballos y la destreza ecuestre eran elementos esenciales para las sociedades nómadas y sus guerras. A los caballos se les valoraba por encima de cualquier otro tesoro; a los líderes militares se les enterraba con caballos y con todos los accesorios de jinete.

A pesar del civilizado desdén hacia esos bárbaros guerreros, que olían a establo, los nómadas encontraban sin problemas trabajo como mercenarios en todos los reinos fronterizos con las estepas. Sus habilidades a caballo y la calidad de sus corceles los convirtieron en los mejores y más brutales guerreros en un tiempo ya brutal por naturaleza.