El arte votivo, que estaba dedicado a los dioses, era común en el mundo antiguo y se consideraba un método poderoso para conectarse con los dioses y ganarse su favor. Tomó varias formas: grandes ilustraciones mitológicas en estelas, frisos y extrañas esculturas tales como caras humanas en columnas de piedra, además de pequeñas piezas de cerámica y joyería. Eran comunes los pequeños grabados de dioses y mitos en anillos y collares, como también lo eran las tabletas y cerámica con temas religiosos. Las ofrendas votivas se colocaban normalmente en un lugar sagrado, y no se pretendía recuperarlas jamás. En la antigua Grecia, los templos de Olimpia y Delfos contenían cámaras del tesoro para almacenar las muchas ofrendas, además de grandes cantidades de dinero, ofrecidas a las distintas deidades griegas.
