El general y político Cimón se encargó de llevar a cabo muchas reformas en la flota ateniense durante la guerra con Persia. Para cuando la guerra del Peloponeso estalló, su tecnología naval era realmente avanzada. Tras la decisiva batalla de Salamina, en la que luchó, Cimón se centró en arrebatarles a los persas el antiguo territorio griego en Anatolia. Cimón, que sabía que la armada persa era mucho mayor, mandó construir doscientos trirremes que fueran veloces y maniobrables, pero también más amplios y con accesos mejorados. Esto les permitió llevar muchos más marinos hoplitas que anteriormente. Pese a su inferioridad numérica, los griegos obtuvieron la victoria al centrarse en abordar y capturar, hasta que finalmente arrollaron las naves persas.
