El concepto de la ciudad-estado griega o polis se originó en la Época Arcaica, cuando grupos tribales y familias se agruparon en comunidades "civilizadas" para darse protección mutua, tener autonomía y ejercer el autogobierno. De manera natural, y como sigue ocurriendo en las sociedades modernas, todo aquel que viviera en una polis tenía que justificar su lugar tras las murallas y su parte de los alimentos y las ventajas de que gozaba por vivir en la misma. Los hombres libres de clase media o alta —todos aquellos que fueran artesanos expertos o tuvieran propiedades— debían participar en política y realizar un servicio militar a cambio de su ciudadanía. Como el estado no proporcionaba el equipamiento a sus soldados, solo aquellos que pudieran costearse las armas y la armadura de bronce necesarias eran susceptibles de ser reclutados en tiempos de guerra. Eso significaba que los pobres estaban exentos. lo cual también tenía mucho que ver con el hecho de que eran los desposeídos quienes realizaban las labores domésticas que nadie quería. De este modo, el servicio militar era tanto un prestigioso privilegio como un deber.
